16 abr 2008

EL PENSAMIENTO MACHISTA Y LA LIBERACIÓN DE LA MUJER

En un mundo globalizado, todos diremos que nos sentimos libres, que todas las personas que forman parte de una sociedad gozan de una entera libertad en todas las dimensiones que competen a la vida.

Pero, ¿será que realmente, todos, tienen y gozan de una libertad? ¿O esta libertad solamente posee algunas personas? ¿Si existe la libertad, no hay dominación? Aunque haya leyes que afirman que todos somos libres e iguales, en la práctica no es patente esta afirmación. Siempre hay algo o alguien que condiciona, es decir, existe un dominante y un dominado.

Esta historia de dominación no es una moda de la actualidad sino ha dejado sus huellas hace millones de años en el recorrer del tiempo, ya sea, una dominación ideológica, política, cultural, social, etc.

Teniendo este punto de referencia, haré una elucubración en cuanto a la dominación y sometimiento de la mujer por parte de los varones, recorriendo la época histórica.

En una ideología machista-patriarcal, el concepto de la mujer queda en un segundo plano. En este pensamiento machista, la mujer es considerada como un mero objeto e inferior al varón; no se la ve como persona de igual dignidad que el varón.

Esta discriminación ya era patente desde la época de Jesús; no se respetaba a la mujer ni se la valoraba. Las mujeres eran explotadas y discriminadas constantemente por su marido; las casadas no debían salir a la calle sin taparse la cara, no podían divorciarse y debían guardar fidelidad al esposo, mientras éste no. Si una joven de la familia quiere contraer matrimonio, los padres son los que eligen para su futuro esposo a la hija.

En el pensamiento griego, la mujer, política y ontológicamente era dependiente. La mujer no era libre sino lo era por mediación del varón; y estriba en la realización de su esposo.

Según Platón, "la mujer solo se justificaba para tener hijos". Aunque haya este concepto y esta dominación de la mujer, él mismo postulaba una cierta equidad entre el varón y la mujer. Por ejemplo, en su República (en el libro V, pág, 179) manifiesta:
"Las mujeres de nuestros guerreros deberán abandonar sus trajes, puesto que la virtud ocupará su lugar. Participarán con sus maridos de los trabajos de la guerra y de todos los que exige la guarda del estado, sin ocuparse de otra cosa. Solo se tendrá en cuenta la debilidad de su sexo, al señalar las cargas que deban imponérseles".

En el cristianismo ya se hablaba de una cierta igualdad y dignidad de la persona; pero de igual modo se enfatiza la inferioridad de la mujer con respecto al varón. Santo Tomás de Aquino dice: "La mujer es algo imperfecto y ocasional; ya que la virtud activa, que reside en el semen del varón tiende a producir algo perfecto a sí mismo en el género masculino. Y el que nazca mejor se debe a la debilidad de la virtud activa, o bien a la mala disposición de la materia"
[1]

En una ideología machista, ¿qué es la mujer? Según Dussel, la mujer en una ideología machista es en primer lugar, un objeto sexual que está a la disposición del varón para satisfacer sus necesidades y luego desecharla. Su sexualización en todas sus relaciones va a ser una manifestación de su opresión.

Según Sandra Bartky, "Una persona se halla sexualmente objetivada cuando sus órganos y funciones sexuales son separados del resto de su personalidad y reducidos a la condición de meros instrumentos, o bien son considerados como si fueran capaces de representar a la persona".
[2]

En segundo lugar, madre y educadora de los hijos y, en tercer lugar, la mujer es ama de casa, señora y poseedora de la autoridad en su hogar mientras que se le queda cerrada la puerta de la casa grande de la cual participa el varón, que es la sociedad.

En la cultura paraguaya, esta concepción de la mujer de Dussel es imperante; especialmente en el interior del país. El esposo considera a su esposa como su servidora (en guaraní se dice "che serviha") que debe encargarse de la casa, de la educación y cuidado de los hijos mientras que el esposo es solamente el proveedor de las cosas para la sobrevivencia de la familia y se siente totalmente indiferente al cuidado y educación de los hijos.

Este pensamiento machista fomenta la madre misma porque cuando hay una nena y un varón en la casa, el varón no debe realizar trabajos que corresponden a las mujeres, por ejemplo, lavar los cubiertos, limpiar la casa y también la nena no puede hacer trabajo de varón, por consiguiente crecen con esa misma mentalidad de un ser dominante y dominado.

Contra toda esta situación se manifiesta el movimiento feminista con el objetivo de cambiar la perspectiva y vida de las mujeres, pidiendo una educación básicamente igual que a los hombres, argumentando su condición de seres razonables e invocando los fundamentos comunes de la virtud, por encima de las diferencias del sexo, según Celia Amorrós.

El varón que considera a la mujer como inferior es por la simple razón que no conoce a la mujer por la complejidad que presenta ésta como diría Irigaray. Por tal motivo, el varón es totalmente con impulso dominador por ser exterior mientras que la mujer es interioridad; es decir, el varón manifiesta sus sentimientos externamente, sin embargo, la mujer todo lo contrario, todo lo reduce a su interioridad.

Según Lord Byrón, "El amor del hombre es cosa distinta de su vida, mientras que el amor de la mujer es su vida entera".
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A partir de esta situación se plantea la cuestión de la liberación de la mujer como ser sexualmente diferente. Para que haya una diferenciación sexual es necesario reconocer al otro como Otro, sexualmente diferente. Que haya una relación de complementariedad y cada uno dé de acuerdo a su condición, el varón como varón (masculinidad) y la mujer como mujer (feminidad).
La liberación es necesaria porque no es solamente la mujer que se libera de su opresión sino también el hombre es oprimido por la estructura de la sociedad, en la cual está sumergido y necesita liberarse.

Según Sandra Bartky, "una persona puede ser oprimida, y afirma que la dominación cultural, así como la objetivación sexual, productoras de estereotipos, son formas de opresión psicológica que llevan a las mujeres a considerarse inferiores a los hombres".
[4]

En conclusión, en el principio de la historia humana está la relación: el hombre (varón-mujer) no está llamado a vivir en soledad sino en diálogo de amor interpersonal. "No es bueno que el hombre esté solo".
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La relación funda la equidad, para abrirse en relación interpersonal los seres humanos tienen que amar al otro, semejante a él que le convenga y le complete. La relación de igualdad conduce a la integración de las dos condiciones (masculina y femenina) para encontrar la complementariedad y la totalidad de la existencia humana; "vendrán a ser los dos una sola carne".
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El contenido ético del ser mujer no se reduce, de este modo, a un solo valor, el de igualdad recíproca e integradora, no se trata de una igualdad neutra, sino de una igualdad desde y para la reciprocidad.

Con esta equidad termina la opresión de la mujer y dominación del varón. Con esto se pone en práctica la ética del cuidado, se tiene en cuenta la sensibilización, entra a formar parte de la vida del varón y la mujer, la justicia.

Se le ve al otro como una persona con características diferentes que complementan la vida de uno y esto se da en la relación de cara a cara, siendo responsable uno del otro.


[1] Vidal, Marciano. Moral del amor y de la sexualidad: moral de actitudes. II T 8ª. Edic. Madrid: Lovarrubias. 1991. P 233.
[2] Ferrater Mora, José; Priscila Cohn. Ética aplicada: del aborto a la videncia. Madrid: Alianza. 1996. P117.
[3] Vidal, Marciano. Moral del amor y de la sexualidad: moral de actitudes. II T 8ª. Edic. Madrid: Lovarrubias. 1991. p 239.
[4] Ferrater Mora, José; Priscila Cohn. Ética aplicada: del aborto a la videncia. Madrid: Alianza. 1996. p116.
[5] Gn. 2,18.
[6] Gn 2,25.